"Trece", del escritor salvadoreño Rafael Menjivar Ochoa, cuenta acerca de la vida y la muerte de un joven suicida. La historia va transcurriendo en ese personaje, que dentro de la obra es más bien un antihéroe anónimo. Este joven suicida despierta una mañana y decide suicidarse trece días después. Realiza un relato tenso de los días que le quedan, por propia decisión, para vivir.
La actitud del joven suicida, se debe tal vez a una angustia desgarradora que haya vivido, ya que en su infancia fué en manos de una madre sádica.
"Trece" viene acompañado de catorce capítulos, en los cuáles, ya mencionado antes, el jóven suicida vive una serie de experiencias cotidianas, pero con pensamientos, que no se sabe si en realidad él vive o ha muerto. Al final de la obra, en el último capítulo, el autor deja con ansias del querer saber más de este hombre anónimo suicida. Es una obra muy buena, que a la vez, las personas que la lean o están por leerlas, más de alguna se sentirá compenetrado dentro de esta tragedia.
miércoles, 2 de diciembre de 2009
Mi mente y mi corazón

Michelle me hiso un señal de alegría con sus ojos, tratando de decirme que no me preocupara por ella y que no dudara ni un segundo en aprovechar tan mágica invitación. Todo había pasado tan rápido, pero eso no me quitaba de mi cabeza que algo sucedía entre nosotros, no solo en mi, ni sólo en él; eramos los dos, dos seres que con una primera mirada habían sentido sus mundos girar de una manera distinta, era hasta casi imposible pensar que eso podría ser amor, pero lo era, en el fondo de nuestros corazones lo sentíamos, aún sin decirnos nada, lo sentíamos.
En el patio del colegio caminamos, era como si hubiéramos atravesado un hermoso jardín lleno de flores y gigantes árboles frutales, aunque no fuera así, en mi mundo todo estaba perfectamente bien junto a él. Nos sentamos al lado de la cancha de basquetball, en una banca que le llamaban: el banco besucón. No tenía ni la menor idea de porqué se llamaba así, pero sabría que lo iba a averiguar tarde o temprano.
Y fue temprano, nuestros cuerpos se acercaron más y más, sentía que estaba pecando, pero que a le vez ese pecado era lindo. -No entiendo qué me pasa, no se quién eres exactamente, pero siento que tengo mucho de conocerte-. -Yo siento lo mismo, pero es algo confuso, extraño pero majestuoso este momento.- Le respondí con mucha cautela.
-¿Puedo darte un beso en la mejilla?-, me preguntó. Levantando la vista para encontrarme con esos ojos más azules que jamas había visto, protegidos por unas pestañas tan negras y tan largas que bien podrían levantar infinidades de sentimientos profundos. - Disculpa, ¿me dijiste algo?.
-Sí- contestó mi ángel-. ¿Puedo darte un beso en la mejilla?.-
Quede atónita al escuchar ese popurrí de palabras que caían sobre mí, pero le respondí, teniendo cuidado de cómo podría reaccionar: -Un beso en este momento, sería recibido por mí como tu carta de presentación. Sí lo acepto, acepto ese beso en mi mejilla-. Se colocó sobre mi mejilla, mi mente y mi corazón armaban fiestas de mil colores. Y así fue cuando sentí sus labios sobre mis mejillas, sintiéndolo como avena caliente, que erizarón todos los vellos de mis brazos. Fue lo más hermoso que me pudo haber pasado hasta ese momento, era mejor que mis sueños, mejor que los cuentos de mi madre.
En ese momento, los dos soltamos un coro de risitas disimulas. Luego, en el momento mas oportuno, añadió: -El amor; solo él hace que la Tierra de vueltas.
jueves, 26 de noviembre de 2009
Sentimientos puros
Durante la clase, mi príncipe azul reposaba a mi lado, sentía un balde frió caer sobre mí, pero estaba segura que todos mis sentimientos brotados eran por él. Su perfil era tan perfecto, su nariz pequeña y respingada, su boca fina en espera de un mágico beso y sus ojos, brillaban con tal esplendor que lo único que me hacían sentir, era un enamoramiento.
Estaba más callada que de costumbre, solo miraba a Michelle tratando de ayudarme para poder hablar con él, pero era casi imposible, de mi boca no salía ni un solo sollozo.
-Al parecer hay un problema-me dijo mi príncipe, con su voz angelical-, y te pido que me digas de que se trata.
Levante la mirada y con tal fuerza, que raspaba mi garganta le conteste: -No pasa nada, solo que estoy un poco nerviosa.
No se de donde se me ocurrió decirle esas palabras, puesto que se daría cuenta que me moría por él. Con gran dulzura me dijo: -Creo que no eres la única, a mi me pasa lo mismo. Estoy confundido del porque de esto, pero creo que la causa eres tú-.
Alzé mi mirada hacia otro rumbo, llenos de pena y euforia, incapaz de poder verlo, mis únicas palabras hacia él fueron: -¿De verdad crees eso? ¿Cómo es posible si ni siquiera me conoces?-.
-No lo sé. Tal vez se trate de un encantamiento o de algo similar que me haces sentir. Muy extraño, porque es cierto no te conozco, y son mis primeras palabras contigo, pero estoy seguro que nos llevaremos muy bien. Claro si tú quieres-.
Como no querer eso, si era tan perfecto, lo que había deseado estaba frente a mis narices. Desgraciadamente escuche a mi maestra gritarnos: -Pueden guardar silencio, si quieren platicar, afuera lo pueden hacer-. Fue como si de repente, en el cuento mágico de hadas, estas viviendo algo bello y se arruina al aparecer el mal, ella lo arruino todo. Nos quedamos en silencio, pero nuestras miradas seguían juntas. No sé que es lo que valla a suceder.
Estaba más callada que de costumbre, solo miraba a Michelle tratando de ayudarme para poder hablar con él, pero era casi imposible, de mi boca no salía ni un solo sollozo.
-Al parecer hay un problema-me dijo mi príncipe, con su voz angelical-, y te pido que me digas de que se trata.
Levante la mirada y con tal fuerza, que raspaba mi garganta le conteste: -No pasa nada, solo que estoy un poco nerviosa.
No se de donde se me ocurrió decirle esas palabras, puesto que se daría cuenta que me moría por él. Con gran dulzura me dijo: -Creo que no eres la única, a mi me pasa lo mismo. Estoy confundido del porque de esto, pero creo que la causa eres tú-.
Alzé mi mirada hacia otro rumbo, llenos de pena y euforia, incapaz de poder verlo, mis únicas palabras hacia él fueron: -¿De verdad crees eso? ¿Cómo es posible si ni siquiera me conoces?-.
-No lo sé. Tal vez se trate de un encantamiento o de algo similar que me haces sentir. Muy extraño, porque es cierto no te conozco, y son mis primeras palabras contigo, pero estoy seguro que nos llevaremos muy bien. Claro si tú quieres-.
Como no querer eso, si era tan perfecto, lo que había deseado estaba frente a mis narices. Desgraciadamente escuche a mi maestra gritarnos: -Pueden guardar silencio, si quieren platicar, afuera lo pueden hacer-. Fue como si de repente, en el cuento mágico de hadas, estas viviendo algo bello y se arruina al aparecer el mal, ella lo arruino todo. Nos quedamos en silencio, pero nuestras miradas seguían juntas. No sé que es lo que valla a suceder.
martes, 24 de noviembre de 2009
Príncipe azul al rescate
Fue como si de repente todo cambio. Con tan solo verlo por unos cuantos minutos, sentía que el sería para mí, era el indicado, por el cual mi corazón aguardaba. En ese momento me di cuenta que el universo que formamos tiene un gran plan que no depende de nosotros. Todos tenemos un lugar reservado en este gran proyecto y una razón para existir. Por muy absurdo que suene, esa razón para existir, conscientemente sentía que era él.
Incapaz de poder volver a reaccionar, era hora de bajarnos del autobús. Guiada por un impulso desconocido y por Michelle tratando de hacerme caminar, ingresamos todos juntos al Colegio. Entre tantas personas lo vi desaparecer. Sentí una calma sobre mi ser, que me alegraba y a la vez me causaba desesperación, por querer volver a verlo.
Entre al salón de clases, por desgracia estaba la Shrek, es el sobrenombre que le hemos otorgado a la maestra. Una vieja amargada, gorda y fea. Nos atemorizaba a todos. Pero eso no le impedía ser una ogro con nosotros. La Shrek comenzó con su aburrilandia, es decir; con sus clases. Mientras hablaba de la conquista de América, tocaron la puerta del salón, la maestra salió a ver quien le interrumpía su clase.
Al abrir la puerta, escuche la voz del director diciendo: ¡Es hora de que presente a la clase, su nuevo compañero!. No le tome importancia, puesto que era normal ver entrar alumnos nuevos. La maestra respondió: ¡Si señor Director!. Caí nuevamente en una plena debilidad, al ver que nuestro nuevo compañero, era mi Príncipe Azul.
Sentí mi garganta seca, quede corta de respiración, pero por dentro quería gritar y explotar. La maestra lo presentó a toda la clase, hasta su nombre era bello: Ricardo Dull. Parecía como salido de un cuento de hadas. Se dirigió hacia mí, me volvió a sonreír, pero esta vez si le pude devolver la sonrisa. La maestra le dijo que se sentara junto a mí, pude controlarme. Su cuerpo estaba junto al mío, el tiempo era el único que sabia que pasaría durante esa hora clase.
Incapaz de poder volver a reaccionar, era hora de bajarnos del autobús. Guiada por un impulso desconocido y por Michelle tratando de hacerme caminar, ingresamos todos juntos al Colegio. Entre tantas personas lo vi desaparecer. Sentí una calma sobre mi ser, que me alegraba y a la vez me causaba desesperación, por querer volver a verlo.
Entre al salón de clases, por desgracia estaba la Shrek, es el sobrenombre que le hemos otorgado a la maestra. Una vieja amargada, gorda y fea. Nos atemorizaba a todos. Pero eso no le impedía ser una ogro con nosotros. La Shrek comenzó con su aburrilandia, es decir; con sus clases. Mientras hablaba de la conquista de América, tocaron la puerta del salón, la maestra salió a ver quien le interrumpía su clase.
Al abrir la puerta, escuche la voz del director diciendo: ¡Es hora de que presente a la clase, su nuevo compañero!. No le tome importancia, puesto que era normal ver entrar alumnos nuevos. La maestra respondió: ¡Si señor Director!. Caí nuevamente en una plena debilidad, al ver que nuestro nuevo compañero, era mi Príncipe Azul.
Sentí mi garganta seca, quede corta de respiración, pero por dentro quería gritar y explotar. La maestra lo presentó a toda la clase, hasta su nombre era bello: Ricardo Dull. Parecía como salido de un cuento de hadas. Se dirigió hacia mí, me volvió a sonreír, pero esta vez si le pude devolver la sonrisa. La maestra le dijo que se sentara junto a mí, pude controlarme. Su cuerpo estaba junto al mío, el tiempo era el único que sabia que pasaría durante esa hora clase.
lunes, 23 de noviembre de 2009
¿Será?
Por mi mente pasaban tantas cosas: los laboratorios, los exámenes, las actividades, etc; pero estaba siempre esa espina que rodeaba todo mi ser, ¿adónde esta mi príncipe azul?. Era impresionante la manera en la que día y noche esa pregunta recorría toda mi cabeza, y absurdo a la vez, ya que sentía que ese tan anhelado sueño nunca llegaría. Pero como todas las personas dicen: "La esperanza es lo último que muere".
Al subirme al autobús, vi a mi mejor amiga aguardando mi asiento. Ella es tan linda, tiene una piel de terciopelo, ojos tan grandes que intimidan y una sonrisa tan encantadora, su nombre es Michelle, tenemos la misma edad y convivimos desde que eramos muy pequeñas. Me senté junto a ella y empezamos a charlar sobre nuestras penas. Nos contamos todo, hasta el mas mínimo secreto que tengo, ella lo sabe.
De repente, el autobús se detuvo, se abrieron las puertas de esté y vi una luz tan resplandeciente que me cegó, me quede petrificada al ver a ese ser que entraba con una total calma, seguro de sí mismo. Se acomodo en un asiento vació que sin mas remedio era para el. Todo estaba tan silencioso y el tiempo transcurría tan lento, que era mas fácil para mi poder verlo y examinarlo.
Arranco el motor del bus, me desperté de eso que parecía un sueño, pero no lo era, todo lo que paso lo viví en realidad. Con su rostro como el de un ángel recién caido del cielo, me observó y me sonrió. Quede petrificada y no podía sonreirle, ni siquiera podía realizar el mas mínimo gesto. Eran tanta la dulzura de su encanto que me impactó.
No sé que me pasaba, no lo entendía, pero si estaba segura de que el podría ser mi tan esperado príncipe azul. Fueron esos mágicos segundos en los que tu cuerpo estalla como cohetes en el cielo, en los cuáles sientes que en tu estómago rebrotan de amor miles de mariposas. Los cuentos de mi madre, en los cuáles el príncipe azul aparece, se hicieron realidad en mi mundo.
Al subirme al autobús, vi a mi mejor amiga aguardando mi asiento. Ella es tan linda, tiene una piel de terciopelo, ojos tan grandes que intimidan y una sonrisa tan encantadora, su nombre es Michelle, tenemos la misma edad y convivimos desde que eramos muy pequeñas. Me senté junto a ella y empezamos a charlar sobre nuestras penas. Nos contamos todo, hasta el mas mínimo secreto que tengo, ella lo sabe.
De repente, el autobús se detuvo, se abrieron las puertas de esté y vi una luz tan resplandeciente que me cegó, me quede petrificada al ver a ese ser que entraba con una total calma, seguro de sí mismo. Se acomodo en un asiento vació que sin mas remedio era para el. Todo estaba tan silencioso y el tiempo transcurría tan lento, que era mas fácil para mi poder verlo y examinarlo.
Arranco el motor del bus, me desperté de eso que parecía un sueño, pero no lo era, todo lo que paso lo viví en realidad. Con su rostro como el de un ángel recién caido del cielo, me observó y me sonrió. Quede petrificada y no podía sonreirle, ni siquiera podía realizar el mas mínimo gesto. Eran tanta la dulzura de su encanto que me impactó.
No sé que me pasaba, no lo entendía, pero si estaba segura de que el podría ser mi tan esperado príncipe azul. Fueron esos mágicos segundos en los que tu cuerpo estalla como cohetes en el cielo, en los cuáles sientes que en tu estómago rebrotan de amor miles de mariposas. Los cuentos de mi madre, en los cuáles el príncipe azul aparece, se hicieron realidad en mi mundo.
sábado, 21 de noviembre de 2009
Sueño con mi principe azul
Esta es mi historia, por muy rara que les parezca, yo creo en los mágicos cuentos de hadas. Me llamo Gabriela, soy una joven de 16 años, tan normal como todas, bueno eso creía yo. Lo que me diferenciaba de las demás chicas, era que creía de todo corazón y con una fe absoluta en princesas, en el triunfo del bien sobre el mal y en el poderoso amor capaz de conquistar todo; es decir, creía en mi príncipe azul.
De pequeña yo memorizaba cada palabra que salia de la boca de mi madre, y me quedaba dormida tejiendo en mis sueños, aquellos fabulosos cuentos de hadas. Al despertarme, me sentía con aquel anhelo de que todo lo que había pasado por mi imaginación se hiciera realidad. Sinceramente lo que mas me importaba y la pregunta diaria que le hacia a mi madre, era: ¿Algún día llegara mi príncipe azul?. Su respuesta era tan simple: ¡Si!.
Cada mañana, mi peludo amigo Lucky, saltaba sobre mi cama con gran euforia y entusiasmo. En mis sueños no era un chucho corriente, en realidad se parecía al gran perro de raza pura Vandenberg. Aun así lo amaba como si se tratara de los mas regios perros de la Realeza. Siempre le daba un efusivo abrazo y de ese modo, era como mi forma de darle los buenos días.
Desde la segunda planta, escuchaba a mi madre pronunciando mi nombre y diciendo: ¡Gabriela, el desayuno esta listo, baja que se enfría!. Y ya era hora de empezar un nuevo día. Me daba tanto pánico bañarme, el agua parecía hielo, tan helada como la piel de un muerto. Por cierto, mencionando esa palabra, siempre rezaba por mi padre. El murió en un accidente de transito, no lo pude conocer, pero se que el desde el cielo me cuida.
Al bajar las escaleras, miraba a mi madre sentada sobre la silla del comedor, esperándome para desayunar. No era aquel banquete tan delicioso que salia en mis sueños, pero aun así estaba hecho con amor. A lo lejos, escuchaba el ruido del motor del bus escolar, era hora de irme. Mi madre siempre se despedia de una caricia en mis mejillas y un beso sobre mi mano derecha.
De pequeña yo memorizaba cada palabra que salia de la boca de mi madre, y me quedaba dormida tejiendo en mis sueños, aquellos fabulosos cuentos de hadas. Al despertarme, me sentía con aquel anhelo de que todo lo que había pasado por mi imaginación se hiciera realidad. Sinceramente lo que mas me importaba y la pregunta diaria que le hacia a mi madre, era: ¿Algún día llegara mi príncipe azul?. Su respuesta era tan simple: ¡Si!.
Cada mañana, mi peludo amigo Lucky, saltaba sobre mi cama con gran euforia y entusiasmo. En mis sueños no era un chucho corriente, en realidad se parecía al gran perro de raza pura Vandenberg. Aun así lo amaba como si se tratara de los mas regios perros de la Realeza. Siempre le daba un efusivo abrazo y de ese modo, era como mi forma de darle los buenos días.
Desde la segunda planta, escuchaba a mi madre pronunciando mi nombre y diciendo: ¡Gabriela, el desayuno esta listo, baja que se enfría!. Y ya era hora de empezar un nuevo día. Me daba tanto pánico bañarme, el agua parecía hielo, tan helada como la piel de un muerto. Por cierto, mencionando esa palabra, siempre rezaba por mi padre. El murió en un accidente de transito, no lo pude conocer, pero se que el desde el cielo me cuida.
Al bajar las escaleras, miraba a mi madre sentada sobre la silla del comedor, esperándome para desayunar. No era aquel banquete tan delicioso que salia en mis sueños, pero aun así estaba hecho con amor. A lo lejos, escuchaba el ruido del motor del bus escolar, era hora de irme. Mi madre siempre se despedia de una caricia en mis mejillas y un beso sobre mi mano derecha.
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